lunes, 1 de enero de 2007

La Fuerza Del Deseo

Le gustaban las mujeres, eso no podía negarlo. Pero hasta que no la vio contornear sus caderas en medio de la multitud, no comprendió hasta qué punto. Al instante se sintió atraída por esos ojos oscuros que penetraron en los suyos tras un fugaz cruce de miradas. La examinó hasta que sus ojos rasgados le dieron la espalda. Su pelo se movía a merced del viento. Y esa figura perfecta que destacó entre todos los que la rodeaban se iba perdiendo tras cada huella que dejaba en su ser. ‘Qué suerte tenía su acompañante’ pensó. Mientras la chica de los ojos rasgados se alejaba, ella estaba allí, de pie sin moverse, siendo consciente que no volvería a verla. Y para su sorpresa, la tuvo en sueños día sí y día también.

Le costaba recordar los rostros, pero el de esa mujer lo tenía gravado más allá de la mente: le había entrado al corazón, le bajaba por el pecho y se colaba por lo más íntimo de sus deseos.

Soñó despierta, imaginando un reencuentro distinto para cada ocasión. Como suele pasar, sabía que el soñar con el pensamiento solo la ayudaría a apaciguar ese deseo que sólo el tiempo sería capaz de difuminar. Se imaginó en sus brazos, dibujando con sus manos esa silueta cercana a la perfección, y humedeciendo su lengua en esos labios que había recreado a su medida.

Con el paso del tiempo aprendió a guardarse sus sentimientos y a vivir con ese deseo tan particular. Si era amor, solo el roce lo diría. Pero a estas alturas ya era muy difícil esperar algo similar. Como muchas tardes, se sentaba en una cafetería cercana al lugar. La misma hora, la misma mesa, las mismas esperanzas que tras cada cambio en la aguja del reloj desvanecían pausadamente. Dio un sorbo de ese vaso que siempre dejaba medio vacío. Ese día, en cambio, se sorprendió al reconocerlo medio lleno. Levanto la cabeza, y al coger su chaqueta de piel, allí la vio: cruzando la calle con esos vaqueros ceñidos a su piel, con su sonrisa pícara, y con sus ojos expresivos.

No lo dudó. Había perdido demasiadas noches recreando en su fantasía los detalles de esa mujer. Salió en su busca. Ella se volvió, la vio y sonrió, pero siguió meneando esas caderas como si el mundo dependiera de ellas. Sin embargo, parecía haberse dado cuenta de todo. Y la situación parecía divertirle.

Ya había salido de la cafetería, y contrarreloj se mezclaba entre el bullicio siguiendo el rastro de un dulce aroma. Ese olor a perfume que tanto había extrañado.

La encontró. Y no se le ocurrió nada más que cortarle el paso, mirarla a los ojos, y transmitirle en un beso todo lo que había sentido en el instante en que la vio. Para su sorpresa, la chica de los ojos rasgados –así la llamaba desde entonces- no se movió. Notó que un calor extraño hacía mella en sus adentros. Notó, también, una sensación que ninguna otra mujer le había hecho sentir. Pero en cambio seguía allí, sin dar señal alguna.

Había hecho todo cuanto podía. Iba a irse, pero prefirió mirarla por última vez. Esas pupilas dilatadas hablaron por ella. Pero no dijo nada. Volvió a mirarla. Nadie se había percatado de ninguna extrañeza. La gente, seguía su paso. Pero a ella, se le había parado el corazón. Dio media vuelta, dejó en un rincón el valor que segundos atrás había despojado en otro cuerpo, y se fue.

Entonces notó un suave cosquilleo. Tan dócil como una caricia, pero casi imperceptible. Era la chica de los ojos rasgados. La cogió de la mano, y entonces todo ocurrió muy deprisa.

La cerradura cedió al instante. Eran las llaves de un piso que trataba de vender. Por esa razón, coincidieron ese día. Y por esa razón, la vio acompañada la primera vez.

Jamás había visto un cuerpo tan precioso. Esa desnudez era mucho mejor que cualquier escena que había recreado. Llegado el momento, su mente quedó en blanco. Sus manos y sus más eróticos deseos iban por caminos distintos. No era consciente de nada, pero se dejó llevar.

Esa piel morena se mezclaba con el suave tacto de su piel. Y sus ojos se perdían en lo que sus manos trataban de despertar. Y sólo entonces, al ver los pechos de ella, su cuerpo fue capaz de reaccionar.

Se entregó como nunca antes lo había hecho. Su lengua siguió los pasos que le marcaba su deseo. La chica de los ojos rasgados, estaba tumbada, debajo de ella. Con los ojos cerrados, parecía ser muy consciente de hacia dónde la guiaba su placer. Sus cuerpos empezaron a mecerse, y el vello las dos se erizó sin contemplación. Las yemas de sus dedos se perdieron por un húmedo rincón que, al acariciar, la volvió loca. A ella también parecía gustarle. Lo notó por su respiración, cada vez más acelerada.

Era maravilloso .pensó- que dos cuerpos unidos por el deseo pudieran reaccionar de esa manera. La chica de los ojos rasgados seguía abajo. Pero sus caderas de amoldaron rápidamente al movimiento de las nalgas de esa persona que no conocía, pero que sabía que vería a menudo desde entonces. Sus labios recorrieron cada poro de esos pechos hechos a medida. Su lengua disparó la sensibilidad de sus pezones. Sus manos activaron la vía del deseo. Y sólo el tiempo fue capaz de presenciar esos gemidos que despejaron cualquier duda hacia sus verdaderos sentimientos.

Si ella sentía deseo, la chica de los ojos rasgados parecía aún más entregada. Y cuando la respiración empezaba a hacerse más evidente y explotaba en todos los lugares de su piel, se relajaban unos instantes y la respiración se volvía otra vez persistente.

Sin noción del tiempo repararon en qué el día se había marchado hacía horas. Aquello podía significar que más de un fin podía estar cerca en aquel momento. Pero no fue así. En ese instante, la chica de los ojos rasgados, la besó hasta cortarle la respiración. Se deseaban. Fue algo que cualquier tercera persona habría podido adivinar. Y por mucho que la mente pensara en lo correcto, sus cuerpos seguían encontrándose cada día, a cada hora, en el mismo lugar.

4 comentarios:

Eiby dijo...

¡SIN RESPIRACION!!

QUE RELATO!!

HOLA KIRAH COMO ESTAS?
PARA MI TAMBIEN ES UN PLACER Y GOZO PASAR POR AQUI, ME ENCANTA LO QUE ESCRIBES...

HE ESTADO AUSENTE POR MUCHAS CAUSAS Y ESCRIBO POCO... HAY OCASIONES QUE QUISIERA HACERLO AL RITMO DE MIS EMOCIONES PERO ES DESGASTANTE...

ESPERO CONTAR TODA MI HISTORIA PRONTO...

SEGUIMOS POR AQUI TE DEJO BESOS Y SALUDOS

Miyavi dijo...

¡Me ha gustado mucho el relato!

¡Ójala estas cosas pasaran en la vida real!! Aunque bien visto, habría más de una "chica de ojos rasgados" a la que debería haber besado...

Dulcinea dijo...

Hola Eiby!! Bueno, estoy con menos tiempo libre del que me gustaría! por el resto, bien -supongo-.
La verdad es que a mí también me gustaria escribir al ritmo de mis emociones, pero tienes razón, es desgastante! A menudo tengo que conformarme con almacenarlas y analizarlas, pensando en compartirlas con vosotras... Pero se quedan en eso, en un pensamiento!
me encanta tenerte por aquí y, por supuesto, visitar tu blog cada vez que puedo!
Mil besos ;)


Hola miyavi! Me alegro que te haya gustado :D La verdad es que en el relato hay algo de realidad, aunque no diré el qué :P el lugar existe, el bar también, y la chica es más bien la perfección en persona!
Por cierto, yo también debería haber besado a más de una chica de ojos rasgados... una mínimo :-$$$
Así que a la próxima, intenta sacar valor :) Yo ya estoy fuera de combate!
Me alegro de tenerte por aquí!
Besosssss!

Anónimo dijo...

WOW!! Excelente!! Me he quedado sin palabras.
Aun siento mi corazón a mil con el sólo hecho de remontarme a ese lugar...