Llevo una semana movida. Mejor dicho, la que no para quieta soy yo.
Mi abuelo está ya en casa. Me senté a su lado en la cama, le cogí la mano, y le dije lo mucho que lo quiero. Mejor decirlo cuando lo sientes, que sentirlo cuando sea demasiado tarde. Él me ha dicho que está orgulloso de mí. Y yo, bobalicona, me he apresurado a agarrar la almohada en mi habitación, para soltar lágrimas de incertidumbre. Simplemente, lo adoro. Es una de las personas que más me ha enseñado en la vida, porque soy de las que piensa que en la escuela no se aprende la esencia de la vida. Ésta, la adquieres con la experiencia. Y de eso cada vez empiezo a tener más.
Entre otras cosas, porque hoy día 3 es mi cumpleaños. Porque ya van 23, y porque la cuesta arriba empezará pronto a ser hacia abajo. Estoy en la flor de la vida. Algo infantil, y sensible más de la cuenta, pero contenta de sentir que la bondad no se me va.
Encontré trabajo el martes. Escribí un reportaje para un diario y les gustó. Tanto que ya estoy trabajando. Es curioso. Fue de un día para otro. No tuve tiempo de despedirme del suave aroma de mis sábanas al despertarme a media mañana. Ahora el aroma no es otro que el de la brisa que me despierta a manotazos cuando me azota con fuerza en la cara de camino al trabajo. Soy periodista. Es curioso. Y es por eso que mi abuelo está orgulloso de mí. Porque ha visto como, por fin, hacía mi sueño realidad. Porque la pequeña puerta por la que desfilan las contadas oportunidades, me ha dejado entrar. Y, porque negarlo, por el hecho de ver mi nombre en algo que todo el mundo lee.
Llevo 3 días en el trabajo, pero me miman. Y me gusta que lo hagan. De hecho, a penas nos conocemos y los jefes me han regalado un libro: el secreto de la felicidad. Junto con velas e incienso. Y me siento feliz. Porque las velas las adoro. Porque ese aroma a manzana me tranquiliza. Porque el secreto de la felicidad siempre ha estado en lo más oculto de mis intereses emocionales. Porque las velas son dulces. Porque el incienso me transporta a un mundo de libertad. Porque cierro los ojos, vuelo, y me imagino que todo sigue como quiero que lo haga. Porque ese libro oculta el misterio más complejo de todos los tiempos.
Y porque, si a los 3 días de conocernos me obsequian con esto, es que la primera impresión que debo dar tampoco es tan mala. Dulce, libre, soñadora, compleja, compleja, compleja... y curiosa. Me encanta.
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