lunes, 1 de enero de 2007

CUANTO ODIO...

Odio las etiquetas. Si es que es políticamente correcto “odiar”. Y sino, también. No voy a ser la excepción.

Odio ir por la calle, fijarme en alguna chica y conformarme con un cruce de miradas. Odio esconder quien en realidad soy. Odio conformarme con valerme de sueños demasiado imaginativos para compensar la realidad.

Odio sentirme fuera de cualquier etiquetaje porque los conceptos mal ideados hacen que no tenga clasificación alguna. Odio tener que fingir un vacío cultural cuando alguien saca el tema que conozco más que todos ellos juntos. Pues sí, soy lesbiana. Bueno, soy bisexual. Pero por la misma rabia de las etiquetas mal puestas me decanto para el otro lado. Y odio no atreverme a decirlo.

No es que no me atreva, y aquí viene el porque de mi odio. No entiendo que necesidad hay de proclamar lo que soy. Pero es que ni yo ni nadie. Es que decirlo sería como asumir lo que mucha gente sigue creyendo: que somos diferentes. Y por ahí no paso.

Me río igual que los demás. Lloro igual que todo el mundo. Me he pasado media vida estudiando para poder cumplir mi sueño de ser periodista. Y paradójicamente trabajo en un diario de derechas. Me encanta la pizza. Soy adicta al RedBull. Me pierden los perfumes. Fumo más de lo que me gustaría. Y mi mente se pierde pensando si pasado mañana me vuelvo a dejar el flequillo recto, o si ese vestido tan perfecto querrá venirse conmigo.

La cuestión es que no sé donde está la diferencia. Si recae en el hecho de sentirse atraída por un hombre o una mujer, es que la etiqueta que debería ponerse la persona que así lo cree, es la de superficial. Yo no clasifico a una persona por con quien se acuesta, sino por lo que es. Y me irrita darle vueltas a lo mismo. Siento impotencia al cruzar la mirada con alguien, ya sea en el tren o en el dentista, y en tres segundos tenerle que informar erróneamente y sin acierto, lo que soy. Porque no consigo hacerlo. Y porque no tengo porque hacerlo, aunque note que ha nacido algo en esa mirada. Pero se termina perdiendo por un etiquetaje mal llevado. Por no corresponderme con los estereotipos que personas incultas se han dedicado a estipular.

Otra cosa son mis amigos, mi familia… No me escondo de nadie. Al contrario, todo va genial. Pero me supera tener que esconder lo que grito en silencio por el simple hecho de resumir mi existencia a lo que me atrae o deja de atraerme. No entiendo por que los demás no tienen que ir proclamando que son heterosexuales. Y entiendo menos aún, por ese mismo motivo, por qué se espera que yo sí proclame que no lo soy. Y lo odio. Este es el motivo por el que a las 3 de la madrugada esté escribiendo estas líneas sin ningún otro motivo que el de saciar mi sed de compartir como me siento.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

waaaau!!!!!!!! ni yo msma l hbría dixo mjor!! m sient tn idntifikda cntgo!!
1bsit wapa y suert cn l blog!

Anónimo dijo...

Es excelente el hecho de que escribas tus sentimientos de tal manera...
Es excelente el que gente como yo pueda leeerlos...
Es excelente el sentirme identificada, y dejar de pensar que soy la unica con tales problemas...

Seguire leyendote =)! Saludos!