Me paso el día en la línea que separa los dos mundos que me he hecho a medida: en el que vivo y en el que me gustaría vivir. Así que, en uno me acostumbro a la realidad en que vivimos, y en el otro me imagino un futuro que sé que será bien distinto al que modelo a mi gusto.
Mi mundo real es sencillo y con pocas horas. Bien temprano me subo al perro a la cama, lo abrazo, y dormimos hasta que suena el despertador. Él sigue durmiendo hasta que, cuando me ve con la chaqueta puesta, se teme lo peor. Lo dejo en su cuna y me voy a trabajar. Me paso el día entero delante de un ordenador, escribiendo distintas desgracias del mundo, y alguna que otra alegría ajena a mí. Pero el porcentaje sería del 90% frente al 10%. Vuelvo a casa. Hablo con mi niña. Como. A veces con alguna compañera del trabajo y otras muchas en casa. Estoy con los míos un rato. Me ducho. Me paso el tiempo que me queda arreglándome, y vuelvo al trabajo. Termino tarde, si tengo tiempo quedo con alguna amiga para tomar un café –que en mi caso cada vez es algo distinto. No soy de costumbres fijas-. Vuelvo a casa. Hablo por teléfono con mi novia. Ceno. Miro la tele o leo un rato. Me acuesto. Depende del día dejo que el pequeñajo –mi hermano de 8 años- se acueste en mi cama. Cierro los ojos. Y cuando los abro es un día similar.
Mi mundo paralelo es bien distinto. Me levanto en una ciudad distinta a la actual. Estoy en una de esas grandes manzanas donde todo el mundo va a la suya. Con edificios gigantes. Luces por todas partes. Prisas. Todo el mundo a la suya. Pero a la vez esto lo hace encantador. Pasear por calles donde nadie me observa. Donde me pierdo y no importa. Donde cada portal lleva a algo único y casual. Sigo siendo periodista. Pero hablo inglés y soy más segura. Estoy lejos de los míos, esto es lo que no me acaba de gustar. Pero los veo a menudo. Después del trabajo voy a tomar algo en algún Pub donde no conozco a nadie, pero a la vez me siento familiar en él. Llego a casa y a lo Bridget Jones me tomo, en el suelo, algún helado de tarrina mientras miro alguna de esas series americanas en versión original. Me despierto y todo es distinto al día anterior. Imagino perderme por esas tiendas de ropa. Yendo a comer en esas casas perfectas. Y siendo dueña yo, y sólo yo, de mis actos, de mis decisiones y de mi vida.
1 comentario:
Sólo es cuestión de aceptar tu realidad y vivir disfrutando cada segundo de ella, porque los sueños mientras no te creen ansiedad pues bien venidos sean, lo malo es cuando te enredas en ellos y no eres capaz de vivir la realidad y poco a poco reniegas de ella.
Besitossss de colores y mi cariño en ellos.
¡Buen fin de semana!
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