Me atrae lo difícil. Y no precisamente porque lo elija. Más bien lo contrario. Hablo con Cupido y le digo que me tenga preparado algo estable, emocionante y duradero. Con chispa, pasión y deseo, claro está. Y lo tengo. Pero aún así se empeña en ponérmelo difícil. Muy difícil. Y a veces le planto cara, pero tengo las de perder, lo sé. Y como consecuencia, ni Cupido ni mi objetivo acaban estando de mi lado.
Tentaciones que se pasean por mi vida como si yo misma las hubiera invitado tan sólo con billete de ida. Y nunca terminan de irse, sino que se alternan. Cuando una desaparece, viene otra de nueva. Y al principio está bien. Incluso hace gracia. Pero llega un punto en el que o me arriesgo a perder lo que ya tengo, o pierdo la cabeza y acompaño a mis tentaciones en esos viajes que no parecen tener fin. Una combinación de ambas cosas, pensándolo bien, tampoco está nada mal. Pero digamos que no es muy ético. Y tampoco es lo que quiero. Bueno, yo lo querría todo. Pero ya que no puedo, tendré que permitirme el lujo de decidir.
Intento no pensar en nadie más. No imaginarme cosas que no debo, pero es que las chicas nos lo ponemos todo demasiado difícil. Y no consigo no pensar en un solo cuerpo, una sola cara, un solo beso, una sola caricia. Y me dejo tentar por lo difícil. Intento cerrar los ojos y no imaginarla. Primer error. Entonces se adueña de mis sueños y se convierte en la otra protagonista de mis pensamientos. Y casi por inercia paso así los días. Esperando algo que quizás en el fondo temo que llegue. Pero lo deseo. Deseo verme junto a ella y regalarle las cientos de caricias, los miles de besos, y las muchas palabras que durante horas planeé para la ocasión.
Pero esos momentos alternativos nunca llegan. Nunca hay un ella que descubre lo que callo. Y como, paradójicamente, yo no soy nadie para descubrirme a mi misma, vuelvo a empezar. Imagino otros labios, otra piel y otros momentos que están por llegar pero que, repetitivamente, nunca acaban por aparecer. Y es que, en el fondo, la culpa no es de nadie más que mía.
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