Me encuentro ante sensaciones contrarias entre sí que me apresuro a encasillar con cada momento de mi vida. Libertad, esclavitud… ella. Risas, llantos… ella. Felicidad, tristeza... ella. Hasta aquí todo claro… Pero llego a un punto en el que todo me recuerda a lo mismo y nada acaba siendo lo que debería ser, motivo por el que mi subconsciente acaba relacionando palabras con otras que no tienen demasiado sentido.
Amor… complicidad, respeto, confianza… Traición, dolor, rabia, desesperación. Beso… magia, deseo, sed, pasión… Pero también el antecedente de un adiós. Y es precisamente aquí donde he ido a parar sin hacer demasiado esfuerzo. Y es que muchas veces pasamos desapercibidas ante las connotaciones de un simple beso pero me apresuraría decir que en uno de solo, hay respuestas para todo.
A parte de ser puras matemáticas, pues hay quien diría que besar a alguien no es más que sumar unos labios a otros, los besos sirven para decir con gestos lo que las mismas palabras intentan ocultar.
Y es que he tenido tantos “últimos besos…”. Uno anunciaba una ruptura. Otro, mi largo período de recuperación de mi desaparecido “yo”. Otro anunciaba una infidelidad. Otro apuntaba a unos ojos llenos de lágrimas por un te quiero que llegó algo tarde. Otro sería el antecesor de otros muchos besos provinentes de los mismos labios. Y así podría seguir un largo rato… Si no fuera porque el silbido del mismo silencio me ha devuelto a la realidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario